Las policías del condado de Surrey, en Inglaterra, cambiaron su uniforme y chaleco antibalas por un conjunto de leggings y una parte superior deportiva. En una astuta “infiltración”, se hicieron pasar por corredoras, blanco habitual de los acosadores en la calle. En un contexto donde los culpables suelen eludir la justicia, esta técnica permitió identificar a los hombres que siembran el miedo en el espacio público.
Harassment al cabo de solo unos minutos de infiltración
Con el objetivo de atrapar a los depredadores en pleno acto y detener a esos hombres que siempre parecen zafarse de las leyes, las policías de Surrey idearon la ingeniosa táctica de vestirse como corredoras. Durante un mes, dejaron su camisa con la insignia POLICÍA en el armario para mimetizarse con la multitud y recorrer las calles a paso ligero. Intercambiaron sus botas por zapatillas y un sombrero de ala ancha por una gorra deportiva. Dado su atuendo, era imposible adivinar su rango; parecían mujeres comunes.
La elección de prendas deportivas en lugar de ropa civil no fue casual. Las corredoras a menudo no pueden dar un paso sin ser silbadas, pifiadas o, incluso, agredidas. Según un estudio de la Universidad de Manchester, dos tercios de las mujeres enfrentan acoso mientras corren. Al final de esta misión única, las policías experimentaron de primera mano la dura realidad. Durante un mes, recorrieron áreas de “alto riesgo” que las verdaderas corredoras suelen evitar.
Periodistas de LBC documentaron el arduo recorrido de estas policías infiltradas, que rápidamente se dieron cuenta de que no tendrían descanso. “Una de nuestras agentes fue pitada en los diez minutos posteriores, y otro vehículo disminuyó la velocidad, emitiendo bips y gesticulando tan solo 30 segundos después. Así de frecuente sucede”, lamentó el inspector Jon Vale, encargado de las operaciones, en una entrevista con LBC. Con sus dispositivos de monitoreo en lugar de airpods, un equipo situado cerca de las policías estaba preparado para intervenir ante el más mínimo acoso.
Escupitajos, insultos… el oscuro reflejo de la vida cotidiana de las mujeres
Esta misión, digna de una película de acción, puso de manifiesto la magnitud de un problema bien arraigado. Estas policías, en su papel encubierto, sintieron la amenaza desde el primer paso. Miradas persistentes, gestos inapropiados, palabras ofensivas… Hicieron su recorrido con un nudo en el estómago. Para Abby Hayward, una de las oficiales en el terreno convertida en corredora, esto es solo un breve resumen de lo que las mujeres enfrentan todos los días.
“Nos silban. Nos pitan. La gente desacelera solo para mirarnos, o se inclinan por la ventana para gritar algo. Es tan común, pero es acoso y debemos reconocerlo como tal. El aumento de la violencia contra las mujeres es real: estamos hablando de mujeres que son escupidas, perseguidas y acosadas mientras corren. Es simplemente horroroso”, declaró en una entrevista con The Guardian.
Una operación de “camuflaje” extenuante pero exitosa
¿Cuántas mujeres renuncian a correr en el parque por miedo a un encuentro peligroso? ¿Cuántas han cambiado de rumbo o regresado a casa al sentir que alguien las seguía? Y aquellas que, resignadas, han dejado de correr por no convertirse en noticia. Demasiadas. Sin embargo, esta operación resultó efectiva. Concluyó con 18 arrestos por acoso, agresiones sexuales y robo, como destaca The Guardian. Quizás esto sirva de inspiración para otros países.
La calle es de todos, pero muchas mujeres no se sienten seguras en ella. El acoso callejero es epidémico y contamina el espacio público, no solo en Inglaterra, sino también más allá de sus fronteras. En Francia, al menos once corredoras fueron asesinadas entre 2005 y 2017.
Si bien este enfoque ha mostrado ser particularmente eficaz, utilizar a mujeres como cebos no es una solución a largo plazo. No obstante, tiene el mérito de generar una consciencia colectiva y de quizás disuadir a los depredadores que acechan en rincones oscuros y callejones vacíos.