Las creadoras de contenido en 2050: el resultado de un estudio da miedo.

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Una reciente proyección científica revela la inquietante imagen que podrían tener las influencer dentro de 25 años si continúan las tendencias digitales actuales. El prototipo “Ava” invita a reflexionar tanto sobre la salud física como sobre la vulnerabilidad mental asociada con esta industria.

Ava, el modelo de un futuro alarmante

La figura ficticia de Ava, desarrollada por investigadores, ilustra las consecuencias de una rutina enfocada en la creación de contenidos y en la consulta excesiva de pantallas. Espalda encorvada, hombros caídos, cabello ralo, ojeras marcadas y ojos rojos son las huellas de años pasados con la mirada fija en un smartphone, a menudo en posturas perjudiciales. El uso excesivo de maquillaje y productos cosméticos podría generar irritaciones persistentes, una piel debilitada y brotes cutáneos difíciles de ocultar, según esta proyección científica.

Crédito: Rhiannon Odonohoe

Las repercusiones invisibles de la vida conectada

Más allá de la imagen, los expertos subrayan los riesgos de fatiga crónica, pérdida de cabello relacionada con el estrés e insomnio provocado por las luces azules. Los estándares de belleza impuestos y la presión del algoritmo amplifican los trastornos psicológicos: ansiedad, adicción a las plataformas, soledad e aislamiento, a pesar de tener una vida social virtual. Los trastornos de la imagen corporal se ven agravados por la comparación constante y la necesidad de aprobación, señalan los expertos detrás de esta proyección científica.

Crédito: Rhiannon Odonohoe

Un llamado a reflexionar sobre nuestro futuro digital

Si bien “Ava” es deliberadamente exagerada, este retrato nos invita a replantear el uso de las redes sociales y el ritmo de la economía digital. Los investigadores recuerdan que preservar el equilibrio entre lo virtual y lo real es esencial para evitar este escenario alarmante, y alientan a adaptar nuestras prácticas con el fin de limitar los efectos perjudiciales de la vida hiperconectada.

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En resumen, “Ava” no es una profecía, sino una advertencia. Detrás de esta proyección se esconde una pregunta esencial: ¿qué precio estamos dispuestos a pagar por una vida dominada por la pantalla y la búsqueda de visibilidad? El futuro de los creadores de contenido dependerá de nuestra capacidad colectiva para establecer límites, promover un consumo digital más saludable y priorizar tanto la salud física como mental. En 2050, el rostro de la creación no estará fijado por la distopía, sino modelado por las decisiones que tomemos hoy.



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