En los últimos meses, ha surgido un fenómeno inesperado en las redes sociales: cada vez más adultos se filman con un chupete en la boca, afirmando que este objeto, generalmente asociado a la infancia, les ayuda a manejar el estrés, la ansiedad y la necesidad de consuelo. Lejos de ser algo anecdótico, esta práctica está captando la atención de observadores de tendencias digitales y plantea preguntas sobre nuestra relación con el bienestar emocional, la regresión y los rituales de calma.
Una tendencia viral que intriga
El hashtag “#adultpacifier” o “#pacifier” acumula millones de vistas en TikTok, Instagram y YouTube. En estas plataformas, se pueden encontrar videos de adultos —a menudo jóvenes, pero no exclusivamente— utilizando un chupete como una forma de calmarse, especialmente en contextos relacionados con la ansiedad o la búsqueda de seguridad emocional.
Algunos videos muestran a usuarios encontrando paz después de un día desafiante, mientras que otros simplemente publican imágenes o historias en las que el chupete se convierte en un objeto de confort, de la misma manera que una manta, un peluche o un juguete sensorial.
@annieeebellieeee #fyp ♬ Why Am I Like This? – Orla Gartland
Ni juego de rol ni provocación
A diferencia de otras prácticas que podrían parecer similares, como los juegos de rol o ciertos contenidos de nicho, esta tendencia no se presenta como una provocación ni como un espectáculo sensacional. Se aborda a menudo de manera simple y espontánea, siendo presentada como una herramienta personal para la regulación emocional.
Lo que puede parecer sorprendente para algunos es visto por otros como una solución suave, no médica, a estados de tensión o malestar psicológico. Varios videos mencionan que chupar o morder un chupete puede activar reflejos calmantes relacionados con la oralidad, sin necesidad de hablar o dar explicaciones.
Una forma de regresión asumida
En la cultura psicológica popular, a veces se habla de “regresión” para describir el regreso a comportamientos asociados a etapas anteriores de la vida, a menudo en respuesta al estrés o a sobrecargas emocionales. El chupete, símbolo robusto de la infancia y del cuidado familiar, remite a un periodo percibido como seguro, donde las necesidades se satisfacían sin esfuerzo ni juicio.
Para algunos, esta práctica es percibida como un regreso voluntario hacia una sensación de seguridad, sin la intención de infantilizarse o caricaturizarse. El chupete se convierte entonces en un objeto de transición, al igual que una rutina nocturna o una técnica de respiración.
@pineapple..vpf #adultpacifier #paci ♬ Originalton – music lyrics
Una aproximación no médica, pero no exenta de debate
Hasta el momento, no se ha publicado ningún estudio científico serio que examine específicamente el uso del chupete por parte de adultos como una forma de autogestión del estrés. No obstante, investigaciones más generales han demostrado que los gestos orales repetitivos (como mascar chicle, beber una bebida caliente o mordisquear un bolígrafo) pueden ayudar a reducir temporalmente la ansiedad o a estimular la concentración.
Algunos especialistas en salud mental advierten que si un objeto se vuelve indispensable para funcionar en la vida cotidiana, puede ser útil explorar las causas más profundas detrás de ello. Sin demonizar la práctica, recomiendan usarla de manera ocasional y consciente, en conjunto con otras herramientas: escucha interna, descanso, anclaje y apoyo profesional si es necesario.
Una generación en búsqueda de consuelo
La popularidad de esta tendencia se inscribe en un contexto más amplio en el que la salud mental se ha convertido en un tema social importante, especialmente entre los jóvenes adultos. El cansancio, la presión social, la ansiedad climática, la carga mental y la saturación digital son factores que contribuyen a una búsqueda constante de soluciones de reaseguro emocional.
Objetos como mantas pesadas, bolsas de agua caliente, aceites esenciales y juguetes sensoriales ya han encontrado su espacio en la rutina de muchas personas en busca de bienestar. El chupete se suma a esta lista de objetos reconfortantes, aunque su simbolismo más marcado lo hace más desconcertante o tabú en el espacio público.
En conclusión, en lugar de ridiculizar o patologizar esta tendencia, parece más apropiado ubicarla dentro de un continuum de estrategias individuales de apaciguamiento, que varían según la historia, las necesidades y las sensibilidades de cada uno. Si bien el chupete puede parecer extraño o anacrónico, refleja una generación que busca maneras simples, accesibles y personales para sentirse mejor en un mundo a menudo ansioso.