El envejecimiento saludable no depende únicamente de la genética. Estudios recientes han confirmado que el compromiso social y la sociabilidad juegan un papel crucial en la preservación de las funciones cerebrales. Aquí exploremos este tema en profundidad.
La sociabilidad, un escudo contra el envejecimiento cognitivo
Investigadores del Northwestern SuperAging Program han realizado un seguimiento a octogenarios que presentan un cerebro notablemente preservado para su edad. Este grupo se distingue por llevar una vida social activa y mantener relaciones de amistad regulares, lo que les permite una mejor adaptación y compensación cerebral frente al envejecimiento.
Beneficios medibles en la memoria y el cerebro
Dicha sociabilidad se asocia con una menor atrofia cerebral y una agilidad mental comparable a la de personas significativamente más jóvenes. Las interacciones sociales estimulan la neuroplasticidad y fomentan el mantenimiento del volumen cerebral, ralentizando la aparición de trastornos cognitivos relacionados con la edad.
Un círculo virtuoso entre lazos sociales y longevidad
Fomentar conversaciones, participar en actividades colectivas y mantener compromisos regulares no solo protege contra la soledad, sino que también rejuvenece biológicamente el cerebro y disminuye el riesgo de demencia y enfermedades neurodegenerativas. Los «súper mayores» que están activos en su entorno disfrutan de una longevidad prolongada y una mejor salud mental.
En resumen, la sociabilidad se establece como una clave ampliamente subestimada para mantener la juventud tanto física como mental a lo largo del tiempo, más allá de la influencia genética.