Es probable que hayas escuchado en alguna ocasión esta frase que parece ofrecer un halago, pero que en realidad encierra un mensaje que encasilla: “Eres bonita… para ser una mujer con curvas”. Este pequeño añadido, esas tres palabras al final, son suficientes para transformar un cumplido en una micro-agresión. Detrás de la aparente amabilidad se oculta una violencia sutil, un recordatorio brutal de que, según las normativas dominantes, la belleza solo pertenece a los cuerpos delgados.
Una violencia verbal a desconstruir
“Eres bonita… para ser una mujer con curvas” no es un cumplido. Es una manera educada de decir: “no esperaba que fueras hermosa, considerando tu cuerpo”. Esta frase, aunque a primera vista puede parecer inofensiva, reproduce la idea de que la redondez es una anomalía, un obstáculo a superar para merecer el calificativo de “bonita”.
Cuando alguien te dice “tienes valor por ponerte ese vestido”, podría parecer un reconocimiento de tu estilo. Pero no es así: es un insinuar que tu cuerpo no debería llevar esa prenda. Lo mismo sucede con “al menos tienes una cara bonita”, que descompone tu cuerpo, otorgando valor solamente a lo que se asemejaría a un ideal delgado.
Estas observaciones, a menudo hechas con una sonrisa, se clasifican dentro de lo que se denomina micro-agresiones. Son pequeñas puyas verbales, que parecen ligeras pero que se acumulan, y terminan por pesar enormemente. Porque siempre refuerzan la misma idea: tu cuerpo es visto como una excepción a la norma.
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Detrás de las palabras, la presión social
Estas frases no surgen por azar. Tienen raíces en siglos de normas corporales impuestas por la sociedad. El “feminismo gordo” lo recuerda con énfasis: las mujeres con sobrepeso sufren una doble opresión, la del patriarcado y la de las imposiciones relacionadas con el cuerpo.
El objetivo de este movimiento es claro: romper con esa jerarquía corporal e imponer justicia para todos los cuerpos. Porque no es el peso lo que limita a una persona, sino la mirada que se posa sobre ella.
El body positivity se inscribe en esta misma lógica: afirma enérgicamente que el valor de una persona no depende ni de su tamaño ni de su apariencia. Esto parece evidente, y sin embargo: ¿cuántas veces aún escuchamos “eres bonita, pero…” o “es una lástima que…”? Estos “cumplidos” condicionales reflejan una cultura donde la aceptación nunca es total.
Testimonios y resistencias
Muchas mujeres relatan que estas observaciones han marcado su adolescencia, su relación con el espejo y su confianza. Algunas incluso afirman que prefieren no recibir cumplidos antes que escuchar repetidamente esas tres palabras “para ser una mujer con curvas”, que reducen su identidad a un cuerpo considerado fuera de las normas.
Afortunadamente, los espacios de resistencia están proliferando. Las redes sociales, que durante mucho tiempo fueron lugares de exclusión, se han convertido en terrenos de reapropiación. Creadoras, activistas e influenciadoras comparten sus looks, sus experiencias, sus frustraciones, pero también su alegría de existir plenamente sin someterse a la tiranía del “cuerpo de playa” o de la “delgadez obligatoria”.
Un estudio realizado por la investigadora Jordan Taylor ha demostrado que estas comunidades en línea son herramientas poderosas para desmontar la idea de que el problema reside en el cuerpo de las mujeres. No: el problema se ubica en un sistema opresor que jerarquiza el valor de los individuos según su apariencia. Algunas figuras públicas, de hecho, lo demuestran de manera contundente. El modelo Ashley Graham, por ejemplo, se niega a ser etiquetada como “plus size”, considerándolo un tipo de exclusión. Se presenta simplemente como modelo, reafirmando que su cuerpo no tiene por qué ser comparado ni calificado de especial o excepcional.
Ciertas campañas de moda inclusiva, los medios que por fin eligen mostrar cuerpos diversos, las activistas que alzan la voz: todo esto contribuye a agrietar las paredes de las normas impuestas. Sin embargo, el camino sigue siendo largo, y cada comentario del tipo “bonita… para ser una mujer con curvas” demuestra que la lucha no ha terminado.
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En definitiva, esta pequeña frase no es una celebración, sino una forma de distanciamiento. Se traduce como: “eres hermosa a pesar de tu cuerpo”. Refuerza la noción de que existe un cuerpo ideal, y que todos los demás son solo variantes toleradas. Sin embargo, nadie tiene que probar su valor a través de su cuerpo. Simplemente decir “eres bonita” es suficiente. Lo demás es solo el reflejo de un sistema normativo. Cada cuerpo merece existir, ser respetado y amado, sin condiciones, sin jerarquías, sin “para ser una mujer con curvas”.