Existen mujeres que eligen no tener hijos, ya sea por convicción, casualidad, circunstancias o presiones externas. Sin embargo, estas mujeres suelen ser objeto de miradas inquisitivas, comentarios inapropiados y cuestionamientos recurrentes. En una sociedad donde la maternidad es a menudo vista como una etapa obligatoria en la vida de una mujer, la ausencia de hijos se convierte en un tema público, incluso un “problema a resolver”. A pesar de los avances, ¿por qué en 2025 las mujeres sin hijos aún deben justificar su elección?
Una presión social aún presente
Desde la adolescencia, las mujeres son expuestas a la noción de que su trayectoria “normal” incluirá, en algún momento, la maternidad. Publicidad, cine, expectativas familiares y recomendaciones médicas crean una visión normativa en la que ser madre es visto como un deber. Como resultado, una mujer sin hijos, al llegar a cierta edad, a menudo se convierte en un “caso especial”.
Según una investigación del Ined (2022), aproximadamente el 5% de las mujeres nacidas en Francia en la década de 1970 no se convierten en madres, una cifra que, aunque aumenta lentamente, sigue en ascenso. Esta minoría, sin embargo, enfrenta una intensa presión familiar y social. Se les pregunta por qué, se asume que tienen algún problema, o peor, se les advierte que lo lamentarán en el futuro.
La filósofa y socióloga Élisabeth Badinter ya señalaba en 2010 en su ensayo “El conflicto, la mujer y la madre” una tendencia contemporánea que glorifica la maternidad como un deber identitario. Esta tendencia, a pesar de los cambios sociales, persiste.
Entre elección personal y comprensión colectiva
No obstante, muchas mujeres afirman su decisión de no ser madres. Algunas ven en ello una libertad esencial, una forma diferente de realizarse en lo personal, profesional y afectivo. Lejos de rechazar la maternidad, es a menudo una elección consciente y meditada, a la que algunas denominan “childfree”.
Este término anglosajón, aunque defendido por varios colectivos, también genera críticas y malentendidos. “No porque no tenga hijos, odio a los de los demás. Soy madrina, tía, me involucro en la comunidad. Contribuyo a la sociedad de otras maneras, pero aún así me miran con desconfianza”, comenta Camille, de 42 años, jefa de proyectos en Toulouse.
Una percepción de género y desigualdad
Es llamativo constatar que los hombres sin hijos raramente enfrentan las mismas preguntas. Un hombre soltero y sin hijos es visto como independiente e incluso libre. En cambio, una mujer en la misma situación es a menudo considerada incompleta, egoísta o “en espera”.
Esta asimetría revela las desigualdades de género profundamente arraigadas, exacerbadas por los medios de comunicación que continúan vinculando el éxito femenino con la conciliación de la maternidad y la carrera, como si la ausencia de una descalificara a la otra.
El peso de lo íntimo: culpa, dudas y soledad
Aun cuando la decisión de no tener hijos se defiende, a veces resulta doloroso. Muchas mujeres comparten la soledad que puede surgir, especialmente ante amigas que sí han optado por la maternidad. Otras mencionan las miradas compasivas de médicos o comentarios del tipo: “¿Estás segura de ti misma? Cambiarás de opinión”.
Además, algunas que desearon tener hijos pero no lo lograron, se encuentran atrapadas en una doble obligación: afrontar un dolor personal mientras enfrentan observaciones que reavivan esa herida. La sociedad aún tiene dificultades para dar espacio a estas narrativas matizadas y complejas.
Una voz que se libera lentamente
En los últimos años, el tema de la no maternidad femenina ha comenzado a tener más presencia en los debates públicos. Autoras como Mona Chollet (“Reinventar el amor”), Meghan Daum (“Egoísta, superficial y egocéntrica”) o Léna Jennequin (“El fin de la maternidad”) contribuyen a desmantelar los estereotipos existentes.
Las redes sociales también ofrecen un espacio de expresión para quienes se atreven a afirmarse sin filtros ni culpa. Hashtags como #childfree, #sansenfant o #nomomclub ayudan a visibilizar historias que durante mucho tiempo han permanecido a la sombra.
En definitiva, la decisión de no tener hijos no debería ser un tema de debate ni una fuente de presión. En 2025, es momento de reconocer la legitimidad de cada mujer en su camino, con o sin maternidad. Esto implica desmantelar imaginarios antiguos, romper con las normas de género y, sobre todo, escuchar sin juzgar. La libertad de elegir nuestra vida también conlleva la libertad de decir no a lo que otros consideran una obviedad.