Reembolso de las terapias termales: ¿un verdadero tsunami para los pacientes?

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Es un balde de agua fría. El gobierno estaría considerando reducir el reembolso de las curas termales, para desagrado de los pacientes que experimentan un verdadero bienestar a través de ellas. Detrás de este debate presupuestario surge una pregunta candente: ¿deberíamos considerar las curas como “vacaciones médicas” o reconocer su papel en la salud pública?

El termalismo, entre clichés y realidad

Cuando se menciona una cura termal, la imagen que suele venir a la mente es la de una estancia en un hermoso balneario, con baños burbujeantes y paseos bajo el sol. Sin embargo, la realidad es mucho más seria. Las curas termales, prescritas por médicos, están destinadas a tratar a veces patologías graves: reumatismos crónicos, enfermedades venosas, psoriasis, secuelas de cáncer, entre otras.

Estos tratamientos son en gran parte reembolsados por la Seguridad Social: generalmente al 65%, y hasta un 100% para los pacientes con enfermedades de larga duración (ALD). Para estos últimos, la cura representa a menudo un soplo de aire fresco tanto físico como psicológico.

El argumento del ahorro

Todo comenzó a raíz de dos informes: uno de la Corte de Cuentas en abril de 2025 y otro de la Caja Nacional de Seguro de Enfermedad (Cnam) en junio de 2025. Su objetivo es encontrar formas de limitar un déficit abrumador: se prevén 16 mil millones de euros en 2025, y potencialmente 41 mil millones en 2030. Entre las soluciones mencionadas, se encuentra la posibilidad de limitar el reembolso total de las curas.

Algunos estudios señalan una eficacia “modesta” del termalismo desde una perspectiva científica. En este contexto, la Cnam sugiere que no se cubran al 100% estas estancias, a menos que se demuestre de manera irrefutable su utilidad.

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Pacientes preocupados y legisladores en pie de guerra

La noticia ha generado un fuerte descontento. Desde los establecimientos termales, se alerta sobre “un riesgo directo para los pacientes más vulnerables”. Para un paciente con ALD, ya sobrecargado por gastos médicos, ver cómo la cura se convierten en un lujo podría ser insoportable. Algunos legisladores incluso hablan de absurdo: “El termalismo apenas representa el 0,13% del presupuesto de la Seguridad Social. Creer que se lograrán ahorros colosales recortando aquí es un engaño”, subraya un diputado del Béarn en el micrófono de ICI Béarn Bigorre.

Más allá de los pacientes, son también regiones enteras las que se sienten amenazadas. Las 88 estaciones termales francesas, a menudo situadas en zonas rurales o montañosas, atraen cada año a cerca de 500,000 pacientes. Este flujo constante sostiene a cientos de pequeñas ciudades, hoteles, restaurantes y comercios. Un recorte en el reembolso podría “frenar esta dinámica y poner en peligro a un sector que emplea directamente a más de 10,000 personas”. No es una buena noticia para territorios que ya enfrentan dificultades.

El debate está lejos de cerrarse. Por un lado, un “imperativo presupuestario” del gobierno. Por el otro, pacientes que ven en estas estancias una terapia valiosa. En una sociedad que proclama el “cuidar de sí mismo”, el termalismo representa precisamente una medicina más suave, centrada en la escucha del cuerpo y la calidad de vida. Entonces, ¿será un tsunami o simplemente una ola pequeña? Todo dependerá de la decisión final del gobierno.



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