En Japón, existen cafés especialmente diseñados para llorar y eso debería inspirarnos.

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En la actualidad, los cafés conceptuales están proliferando en las grandes ciudades. Existen aquellos donde se puede saborear un matcha mientras se practica la alfarería, o aquellos que ofrecen los imperdibles avocado toasts en completa oscuridad. Sin embargo, en Japón, un país conocido por su amabilidad, existe un café casi terapéutico donde se permite dejar fluir las lágrimas mientras se disfruta de una taza.

Cafés de llanto: espacios para liberarse de las lágrimas

Los nuevos cafés que surgen en las calles no se limitan a ofrecer bebidas reconfortantes y brunchs fotogénicos. Están diseñados para proporcionar experiencias inusuales: inmersivas, creativas, deportivas, meditativas… Si hace unos años los cafés de gatos generaban entusiasmo, hoy en día han perdido su originalidad frente a la increíble variedad de ofertas. Desde cafés donde se bebe chai con leche de avena descalzo sobre arena, hasta aquellos donde se disfruta de té rodeado de flores frescas, la originalidad se ha vuelto un criterio indispensable para atraer clientes.

En las vibrantes calles de Japón, estos nuevos cafés coexisten con los Yatai y los restaurantes de ramen. Y aquí no se trata de pintar mientras se bebe kombucha, ni de comer muesli en hamacas. En los cafés de llanto, los clientes comparten un rasgo común: rostros afligidos y ojos llorosos. En lugar de acurrucarse en sus almohadas, los japoneses están aprendiendo a desahogarse en el interior de estos espacios.

En estos lugares, que podrían entristecer a las personas más optimistas, todos muestran una expresión grave. Ya sea por las noticias, el mal tiempo, el trabajo, o la tristeza sin importar su origen, es una razón válida para ingresar a los cafés de llanto. Aquí, se puede llorar sin reservas, y si el rostro no muestra una sonrisa, nadie te mirará con sorpresa.

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Más que una tendencia, un reflejo de una dura realidad

Si en los cafés de moda las voces se entrelazan creando un bullicio de risas, aquí la atmósfera es completamente diferente. Con la cabeza entre los brazos, rostros tristes y maquillaje deslizándose por las mejillas… En los cafés de llanto, los clientes se deshacen de sus emociones, algo que muchos hacen en la privacidad de su hogar. La ventaja es que no están unos sobre otros; los espacios han sido diseñados como “islas acogedoras” para mantener un semblante de intimidad.

Además, estos cafés no tienen nada que ver con esos “paraísos artificiales” donde los clientes pasan más tiempo tomando fotografías de sus platos que disfrutándolos. En Japón, la tristeza es un tema tabú y sus habitantes deben simular una felicidad constante. Con la mascarada social bien arraigada, ocultan su malestar. En un país donde cuidar la piel es más importantes que hacerse cargo de la salud mental, los cafés de llanto surgen casi como una necesidad emocional. No están aquí para provocar sensación o crear una nueva “hype”; su objetivo es normalizar la tristeza en un lugar donde llorar se considera una debilidad.

Por qué estos cafés son más valiosos de lo que parecen

En esta tierra que inspira calma y soltura, la liberación emocional no es bien vista. Sin embargo, dejar fluir las lágrimas y deshacerse del pesar en un pañuelo es una verdadera liberación. Como señaló el psicólogo Arthur Janov, llorar es: “una necesidad biológica, un intento de sanación, un esfuerzo por estabilizar el organismo”.

Los cafés de llanto no son el refugio de los “desgraciados de la vida”, sino espacios donde se permite lo que la cultura nipona ha demonizado. No están destinados a satisfacer el paladar, sino a nutrir el alma. De hecho, se enmarcan en un movimiento más amplio llamado “rui katsu” (que significa “la búsqueda de las lágrimas”). A través de este movimiento, los japoneses se reúnen para llorar en conjunto y liberar emociones reprimidas durante años. En la misma línea catártica, también se pueden reservar habitaciones para llorar. Por 10,000 yenes, se obtiene acceso a un rincón acogedor y con todo lo necesario para abrir las compuertas.

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Mientras que los cafés actuales buscan volverse virales, los cafés de llanto son vitales. Permiten expresar emociones. Traspasar las puertas de estos cafés es un primer paso hacia el bienestar. Y en un país con un ministerio de la Soledad que promueve la compañía de piedras, esto adquiere un significado aún más profundo.



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