Reacciones en la comunidad internacional generó la muerte del líder de Al Qaeda, Osama Bin Laden, en manos de efectivos de las fuerzas militares de Estados Unidos asentadas en Pakistán, hecho que, según informan cadenas internacionales de noticias, habría ocurrido el 29 de abril luego de años de investigación de organismos de inteligencia. El cuerpo de Bin Laden habría sido arrojado al mar, según comentaron los propios norteamericanos, quienes apelaron a que respetaron los ritos musulmanes que indican que cuando un cuerpo tiene más de 24 horas entre el deceso y su sepultura debe ser lanzado al mar, pero estudiosos de la religión islámica rebatieron esta posición señalando que lo realizado se indica sólo para cuando la muerte ocurre a bordo de una nave y existan riesgos sanitarios de putrefacción.
En Puerto Montt, mediante un comunicado público, el Centro Islámico de la ciudad indicó que la acción no representa otra cosa que «el desenlace lógico de un proceso que se inició con el apoyo económico y entrenamiento norteamericano a grupos radicales y fundamentalistas que en determinado momento eran funcionales a sus intereses».
Agregaron que lamentan que en lugar de haber ejecutado a Bin Laden «no se le hubiese entregado a algún organismo internacional para someterlo a juicio, proceso en el que los pueblos podrían enterarse de los verdaderos objetivos y métodos de dicho personaje y de su organización, que siempre fueron absolutamente contrarios en sus fines a los intereses de los musulmanes, muchos de los cuales fueron sus principales objetivos y en sus métodos a los principios y valores islámicos en los que pretendía escudarse».
El Centro Islámico de Puerto Montt argumentó que lo ocurrido influye negativamente en los procesos políticos y sociales de los países islámicos y no hará disminuir la intervención de Estados Unidos en esa zona.