20 de febrero del 2011, a las 03:30 de la madrugada falleció a los 84 años de edad el presbítero Rigoberto Oroz Alvarado, tras padecer del mal de Alzheimer
, que lo obligó a mantenerse al cuidado de las hermanas Hijas de la Caridad del hogar San Vicente de Paúl de Puerto Montt.
Los restos del sacerdote fueron velados en la iglesia Nuestra Señora de Fátima, en la que fue su párroco desde el año 1977 hasta el año 2001, donde acudieron miles de fieles para expresarle su último adiós. La comunidad parroquial lo recuerda como un «cura” tal como le gustaba definirse, comprometido con sus hermanos y los más necesitados, fanático por la música clásica y el folklore, destacaban su pasión por la lectura, las comidas chilotas eran una de sus debilidades, otras personas destacaron sus iniciativas sociales que iban en beneficio de las personas.
Entre sus principales obras fue aunar esfuerzos para construir la hermosa iglesia que cobija a los fieles católicos de Puerto Chico y alrededores, más un salón parroquial que estaba contiguo al templo. Cabe destacar que la antigua parroquia estaba ubicada en calle Juan Minte en un caserón que todavía se puede apreciar al transitar por aquella calle, otra de las obras fue la construcción de pequeñas capillas en los sectores rurales tales como Ensenada, Los Riscos, Puerto Rosales y Río Sur.
La misa exequial fue presidida por el vicario general de la arquidiócesis de Puerto Montt Tulio Soto Manquemilla, en representación del obispo Cristian Caro Cordero y acompañado por el actual párroco de la iglesia Nuestra Señora de Fátima, Ramón Mansilla, quien destacó que el sacerdote fue un hombre de bien, que supo escuchar a las personas de su comunidad, valorando que siempre apostó por la buena convivencia en la familia con la creación de diversos grupos dentro de la iglesia como encuentro matrimonial, cursillista, adultos mayores y jóvenes.
El vicario general Tulio Soto leyó una carta en nombre de Monseñor Cristian Caro quien desde el momento en que supo de su fallecimiento reconoció que había rezado todas las liturgias en su nombre, además recordó que en la misma parroquia acompañó en la celebración de sus 50 años de sacerdocio del padre Oroz. El arzobispo declaró en su misiva que muchas veces lo acompañó en el hogar donde estaba internado, «donde lo ví rezando junto a los demás ancianos y las hermanas, hablaba poco pero me reconocía».
Tras la liturgia se procedió al traslado de sus restos hasta la cripta sacerdotal que se encuentra en la capilla del cementerio Católico en Puerto Montt, donde se le ofició un pequeño responso para posteriormente depositar su féretro en uno de los habitáculos, donde los fieles se despidieron por última vez del párroco del pueblo.
Nota y fotos: Héctor Llegues