Eduardo, hermano de Gladys Cárdenas: «Muchas veces dieron ganas de bajar los brazos pero no se podía»

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Casi un año y cuatro meses después de la fatídica madrugada del 6 de mayo de 2007, las intensas labores investigativas lograron capturar a Álex Guerra Valdivia, único imputado por la violación y muerte de la joven Gladys Cárdenas. Tras esto estuvo, por un lado, el trabajo policial y por otro, la unión de la familia junto a un número indeterminado de personas que pese a no conocer a Gladys se conmovieron con el trágico hecho y solidarizaron en favor de obtener justicia, «Justicia, no venganza», aclara Eduardo, hermano mellizo de Gladys quien sacó fuerzas desde la tristeza e inició una larga campaña para mantener vivo el caso.

Esta dolorosa etapa podría cerrarse la próxima semana, el lunes 28 de septiembre el tribunal compuesto por Patricia Miranda, Francisco del Campo e Ivonne Avendaño conocerán las posturas de la parte querellante, representada por el abogado Luis Labra, Rodrigo Tejos por la Fiscalía y la defensa de Guerra Valdivia a cargo de Luis Masferrer. En la ocasión se solicitará al tribunal colegiado la imposición de la pena de presidio perpetuo calificado por los delitos de violación con homicidio y hurto simple del teléfono celular de la víctima. En resumidas cuentas si los magistrados, a la luz de los antecedentes y pruebas presentadas, llegan a la convicción de que Álex Guerra fue el autor de los ilícitos, éste debería estar preso de por vida, pero recién a los 40 años de cumplimiento efectivo de la pena (cuando Guerra ya sobrepase los 70 años de edad) se discutiría la posibilidad de brindar algun beneficio lo que legalmente no es tan simple ya que la petición debe ser evaluada por distintas comisiones.

Eduardo Cárdenas manifiesta que si a Guerra le dieran menos años de presidio, podría pasar lo mismo con una o más personas y en relación a la brutal violación sufrida por una adolescente de 14 años en Santiago que acapara la atención de autoridades y medios, indica que «hay casos más horribles que suceden en regiones pero que la prensa de Santiago no le da la tribuna que les corresponde».

En una declaración, el imputado señaló que en el crimen había participado otra persona, acusó a Richard Gómez con quien dijo haber estado bebiendo horas antes. Gómez arrendaba una pieza en la casa ubicada en calle Ayacara 347, de la población Antonio Varas, en cuyo patio fue encontrada Gladys, golpeada, con signos de haber sido violentada sexualmente y muerta por asfixia, como se comprobó posteriormente mediante pericias policiales. Frente a esto Eduardo comenta que el nombrar a Richard Gómez «fue un voladero de luces, o pedían un test sicológico para hacerlo pasar por loco o trataba de inculpar a otra persona para disminuir años de sentencia» y agrega que «las 5 muestras de ADN, los golpes que recibió apuntaban a un solo sujeto».

Reconoció que en un primer momento criticaron el accionar del fiscal Rodrigo Tejos pero culpó a la desesperación como familia causada por el desconocimiento en los avances de la investigación «iba pasando el tiempo y no teníamos mayor información de lo que se estaba haciendo, el fiscal se ha desempeñado como corresponde a su labor».

Aún quedan afiches pegados en diversos puntos de Puerto Montt clamando justicia para Gladys, parte de una intensa campaña por mantener vigente el caso «nos correspondía, como familia necesitábamos una explicación, fue un trabajo fundamental entre amigos, vecinos, haciendo presión hacia distintos entes, si hasta la Presidenta posó con una chapita de Gladys» recordó Eduardo.

Bajo la dirección de Ernesto Vidal, hoy Jefe Zonal de la PDI que el año pasado estuvo a cargo de la Brigada de Homicidios, se aclaró «policialmente» el hecho. Eduardo Cárdenas atribuyó el positivo resultado al sistema de trabajo de Vidal » él nunca dejó de ser persona antes de ser profesional, al momento que uno lo requería daba su tiempo, escuchaba, le hacía llegar toda la información, tenía tiempo de escucharme».

¿De dónde sacó fuerza Eduardo?, no se demora en responder que «la misma tristeza nos dio fuerza, la tristeza de ver mal a la mamá, muchas veces dieron ganas de bajar los brazos pero no se podía porque esperábamos una respuesta entonces había que dar la pelea».

Ahora la familia recuerda la alegría de Gladys, «su risa contagiosa que siempre hacía reir a otros» aseguró su hermano.

Texto y foto: Mauricio Sáez Elgueta